Gua gua…allá…
El fulanito, Má y yo nos fuimos a la playa. No sabía cómo iba a reaccionar el chamaco con la arena, el ruido del mar y tanta agua. En principio se portó re-bien en el avión, se fue dormido casi todo el tiempo. Al llegar a nuestro destino le pusimos su traje de baño y nos enfilamos hacia la playa.
Cuando llegamos y lo quise dejar sobre la arena nomás no se dejó, el fulanito encogió los pies y ni siquiera me dio oportunidad de bajarlo; pero cuando vio el mar fue bien bonito porque el chamaquito se emocionó todo al ver tanta agua que ni siquiera el ruido y el aire lo intimidó. Al bajarlo no se acordó de la arena y de plano se echó a caminar hacia el mar mientras nos miraba con los ojos bien abiertos, llenos de brillo y pegaba de grititos.
Había tanto por ver, niños jugando, el mar, aves volando por encima de él…el fulanito se volvía loco y no sabía que atender primero, todo robaba su atención mientras se llenaba de felicidad. Toda esa explosión de emociones me hicieron el viaje desde el primer día, el fulanito estaba feliz, se sentía feliz y no tenía ningún problema con hacérselo saber al mundo.
Durante todo este día anduvo como loco: corría, gritaba, agarraba todo, como que la emoción le aguantó tanto tiempo que cualquier cosa le producía alegría. Mientras comíamos el chamaco bailó al ritmo de la música, mordió la lata de refresco, aventó la cabeza de atrás hacia adelante, chupó el plato tratando de agarrar un pedazo de comida… hizo un chorro de cosas que no había visto antes y sólo dejaban entrever que sentía el ánimo de las vacaciones, que andaba contento y muy a gusto con la idea.
Los días siguientes el chamaco no dejo de estar en contacto con el agua, cuando la veía sonreía y entre dientes decía muy fuerte “gua gua, allá…” mientras señalaba… eso indicaba que TENIAMOS que ir y estar ahí un buen rato. Lo complicado fue siempre la sacada, el fulanito no quería irse ni aunque tuviera frío así que nos tuvimos que chutar unos buenos berrinches.
Entre las cosas que el fulanito disfrutó de las vacaciones fue el poder estar descalzo, todo el tiempo se quitó los zapatos y caminó sintiendo las texturas del piso y el agua, tomó y comió lo que quiso y como lo quiso, se mojó con y sin ropa y durmió a la hora que quiso y donde quiso, no hubo ley que se lo impidiera. El problema ahora es que él sigue en modalidad vacación y pretende andar sin ropa por todos lados así que comienza a quitarse zapatos, luego los calcetines y después se jala la playera pidiendo que se la quitemos sin importarle mucho en donde se encuentre.
El chamaquito disfruto harto estos días y yo junto con él porque en principio nunca había estado tanto tiempo con el fulanito como lo estuve esta semana. Me gustó ver el mundo a través de sus ojos y sentir su felicidad.
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