martes, 27 de julio de 2010

Fin lluvioso…

El fin de semana nos fuimos a Cuernavaca porque quisimos festejar el cumpleaños de Má, aún con todo y lluvia, pues hicimos reservación antes de saber que justo estos días estarían con mal clima, pero ello no afecto en nuestra salida y el más divertido, paseado y quien rompió las reglas de toda rutina fue el fulanito festejando que andaba de vacaciones. Este chamaco decidió que la hora de dormida y la hora de juego e incluso las de comida no iban a ser las que generalmente sigue y así el fulanito se dormía y comía a la hora que se le antojaba, generalmente ya muy tarde y como a eso de las 10 o 10:30 caía, aunque Má quisiera arrullarlo el chamaquito se rebelaba y no dejaba que lo durmiéramos, y aún cansado y bostezando seguía dando vueltas en la cama, tiraba sus juguetes o repetía una y otra vez lo que fue la actividad favorita del fin de semana: hacer ruiditos con la lengua y escalar lo que se le pusiera en frente hasta quedar parado ya fuese su Má, las almohadas, la cabecera de la cama o yo, eso sí, nunca nos dio tregua y su hora de levantada seguía siendo la misma, a las 6:00 am…

Debido a la lluvia no salimos tanto y nos guardamos en cuanto lugar pudimos, prácticamente nos fuimos de "chopin" a Cuernavaca porque no salimos de plaza comerciales o mercados de artesanías.También aprovechamos y visitamos el museo del Palacio de Cortés, donde el fulanito nos demostró que es un niño muy bien portado y puso muchísima atención a cuanta cosa le explicábamos su Má o yo comenzando así su primera visita al museo, en silencio sin gritar y llorar hasta que el estomago le hacía ruido y le avisaba que la hora de la comida estaba cerca.

He de decir que el chamaquito llamó un chorro la atención y no perdió oportunidad alguna para coquetear con cuanta persona se encontrara, así formados para pagar algo el fulanito se le lanzaba a los brazos a una chavita que estaba atrás de nosotros, le sonreía a cuanta persona se le acercara o de plano buscaba tocar a alguien si no le hacía caso, eso sí, ya a la mera hora cuando se acercaban para cargarlo o chulearlo de más cerquita el fulanito se me rajaba y se chiveaba todo escondiéndose en mi cuello…y en cuanto la persona se volteaba comenzaba de nuevo con el ya tradicional coqueteo de este chamaco.

Y pues nos quedamos con las ganas de la chapoteada en la alberca, el clima no nos lo permitió por lo que ya estaremos pensando en el siguiente viaje, ahora sí mejor planeado para disfrutar de los lugares que haya alrededor.







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