jueves, 9 de diciembre de 2010

Ash, allá!

Todos los días a todas horas al fulanito le repetimos el nombre de todo con la finalidad de que vaya registrando e identificando los conceptos y sepa como se llaman las cosas. Creemos que en algún momento de su vida le será útil y podrá hacer uso de todo ese vocabulario que va registrando, a menos que lo sobrecarguemos de información y el pobre fulanito de plano esté saturado y no nos pele cuando queremos enseñarle como se llama un nuevo objeto.

Y creo que sí funciona este asunto, el fulanito ahí la lleva poco a poco con las palabras, ya dice papá perfecto, de repente dice mamá o mapa o pero ya se dirige a Má, o sea que ya identifica la palabra con el objeto. También sigue con sus pláticas eternas en sus propias palabras y ruidios sobre quien sabe que tanta cosa.

Pero ya nos dimos cuenta que es flojo para hablar porque toda la familia lo tenemos re-consentido, sólo estira la manita o puja y ya tiene frente a él lo que quiere así que ni se esfuerza para conseguir algo, simplemente sus deseos ¡son órdenes! Y nos dimos cuenta de esto porque el sábado que fuimos a comer con mis papás, mientras platicábamos sobre los planes para las fiestas decembrinas el fulanito quería algo y lo pedía insistentemente con pujiditos mientras extendía el dedo y señalaba ese objeto del deseo, pero como estábamos tan metidos en la plática nadie le supo dar exactamente lo que quería hasta que el chamaquito se deseperó, grito con fuerza y más coraje que nada: agua entonces nos quedamos en silencio ante la palabra pronunciada con tanta energía en el momento menos esperado. Su abuela, osea mi Má, le dio un traguito porque el joven no quiere de su vaso con popote, ya quiere tomar agua de un vaso normal, mientras todos le festejamos mucho el escuchar así una de sus primeras palabras.

Después seguimos en nuestra planeada de fiestas decembrinas, el fulanito no tardó nada en pedir algo más, ahora sólo decía “allá, allá, allá, allá” y señalaba, nosotros le arrimábamos lo que podíamos pero el fulanito lo manoteaba y me volteaba a ver como diciéndome ah porque no entienden y me dan lo que quiero… pero nadie en la mesa sabíamos que era eso que estaba allá. El fulanito se desesperó, pegaba su cabeza contra la mesa mientras seguía gritando y señalando… nunca supimos que quería, el pobre chamaco sólo pudo voltear a verme con su cara de desaprobación, se quedó con ganas de agarrar esa cosa. El pobre no podía creer que no lo entendiéramos… si hubieran visto su cara sabrían perfecto de lo que les digo.

Y así poco a poco el fulanito va nombrando cosas, sobre todo cuando le es sumamente necesario y nadie le da las cosas al primer ruidito que haga. Má y yo decidimos ponérsela un poquito más difícil para estimularlo a que hable, no le daremos todo a la primera, espero eso funcione, le quite esa flojera pro hablar y sienta ahora sí la necesidad de comunicarse a través del lenguaje, porque de que se da a entenderlo hace re-bien muy a su manera con señas o pujidos o llanto pero casi siempre obtiene lo que quiere.

2 comentarios:

  1. Que fulanito tan listillo!
    Ya verás que pronto habla, es una buena táctica, no ceder a sus primeros sonidos/reclamos.

    ¡Gracias por compartir tan generosamente su proceso como papás!

    Unirnos a favor de una crianza responsable, informada y amorosa es lo mejor que podemos hacer como sociedad.

    Abrazos llenos de todo lo mejor!
    ESTELA VV

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  2. Qué bueno que estimulan así al fulanito!! Porque a mi me daban todo con decir "aaaa" y hablé hasta los tres años jaja...

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